Santa Piti, bendícenos para encarar el año que comienza con la sabiduría y la humildad que necesitamos para no caer en tentaciones, desbordes, despeñadas y autocompasiones innecesarias. Ilumínanos para seguir tu ejemplo y poner freno a todo flagelo y razón. Ayúdanos a abrir las pupilas hambrientas de luz y los corazones sedientos de cambio. Danos tu palabra, tu enseñanza, el suave acorde de tu voz para que resuene en nuestras conciencias y amaine nuestras tormentas. Redefininos ostracismo, anacoreta y postulado y muéstranos de nuevo el sentido de tu escapulario profanado por sectarios, ignorado por árbitros y endiosado por ambulancias. Toma mis manos Santa Piti y señálame cuál es la banquina y a cuantos pecados de distancia debo poner balizas. Santa Piti, toma mi corazón, exprímelo, y dime que el colesterol aún no entró en mi cuerpo, que todavía se puede luchar por un mundo mejor sin caer en las tentación de la la papa hervida. Sé que no todo está perdido, que en algún rincón se atrinchera la esperanza, que en algún bar se planea la revolución, que en los corazones más descarriados aún suenan tus salmos dodecafónicos de rima asonante. Santa Piti no nos abandones porque estamos en el horno.
Santa Piti, bendícenos para encarar el año que comienza con la sabiduría y la humildad que necesitamos para no caer en tentaciones, desbordes, despeñadas y autocompasiones innecesarias. Ilumínanos para seguir tu ejemplo y poner freno a todo flagelo y razón. Ayúdanos a abrir las pupilas hambrientas de luz y los corazones sedientos de cambio. Danos tu palabra, tu enseñanza, el suave acorde de tu voz para que resuene en nuestras conciencias y amaine nuestras tormentas. Redefininos ostracismo, anacoreta y postulado y muéstranos de nuevo el sentido de tu escapulario profanado por sectarios, ignorado por árbitros y endiosado por ambulancias. Toma mis manos Santa Piti y señálame cuál es la banquina y a cuantos pecados de distancia debo poner balizas. Santa Piti, toma mi corazón, exprímelo, y dime que el colesterol aún no entró en mi cuerpo, que todavía se puede luchar por un mundo mejor sin caer en las tentación de la la papa hervida. Sé que no todo está perdido, que en algún rincón se atrinchera la esperanza, que en algún bar se planea la revolución, que en los corazones más descarriados aún suenan tus salmos dodecafónicos de rima asonante. Santa Piti no nos abandones porque estamos en el horno.
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